viernes, 23 de marzo de 2007

POCO DE HISTORIA





El arte de cuequear: identidad y memoria del arrabal chileno
A Hernán Núñez Oyarce y Los Chileneros, maestros de la cueca
Rodrigo Torres A.Universidad de Chile
En el ‘tiempo de la nación’ que inevitablemente ha comenzado a activar la celebración del bicentenario, y cuando se la libera de su domesticado cautiverio de ‘objeto típico’, la cueca pone en el aire ecos y pulsiones de su naturaleza más profunda. Entonces se hace cuerpo y se percibe en clave de cueca. En esta comunicación abordaré la cuestión de las identidades regionales -tema de este encuentro- en referencia a una tradición de la cueca arraigada especialmente en Santiago: la cueca chilenera, género-espejo donde una parte de nuestra sociedad se mira y construye una mirada sobre sí misma . Para entrar en este campo parto desde un hito singular: el evento donde los cuequeros chileneros debutaron representando oficialmente a la música nacional. La querella de las cuecasHaciendo parte de la gala artística con la que se celebró la asunción del presidente de la república Ricardo Lagos -el 12 de marzo de 2000 en el Centro Cultural Estación Mapocho-, el conjunto Los Chileneros cantó en el escenario tres pies de cueca al tiempo que bailaban la pareja formada por Rita Núñez e Hiranio Chávez, ante más de 4 mil personas, entre ellas 15 presidentes de países invitados y 70 delegaciones extranjeras. Días después, el 14 de marzo, en la Cámara de Diputados uno de sus miembros manifestaba en los siguientes términos su punto de vista sobre esta performance:
"El acto no representó en nada a la música chilena. (…) Tal presentación fue de muy mal gusto, porque no representaba en nada a quienes han sido los más auténticos exponentes de la música chilena." (...) Habiendo gran cantidad de conjuntos folclóricos con tanto prestigio no sólo en Chile, sino en el mundo, el que actuó hizo una presentación similar a lo que ofrece una tanguería, porque más bien parecía una pareja que bailaba tango en lugar de música chilena. A mi juicio lo hizo bien, pero no representaba a nuestro folclor auténtico. Tenemos al Bafochi, el Bafona , los Huasos Quincheros."Remataba su reclamo solicitando que "nunca más se presente, en especial cuando queramos mostrar nuestra música al extranjero, un acto folclórico que no corresponda a lo que es intrínseco, lo básico, lo fundamental. Ojalá no sea ésa la cultura que se va a exponer en Chile en lo que respecta a la música chilena."
También cueca brava, centrina, acarambolada, achaflanada, achiquillada, apianada, atarrada.Ballet Folclórico de Chile y Ballet Folclórico Nacional, respectivamente; son cuerpos artísticos especializados en la proyección folclórica en escenarios.
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Este hecho reactualizaba la polémica en torno a los 'prototipos simbólicos' que definen el ‘ser chilenos’ –en este caso, a través de la música y la danza-, y la pugna sobre su control. Estas expresiones, que argumentan en contra de un tipo de cueca y a favor de otra, considerada más representativa del estatuto de la chilenidad, evidencian sin ambages que en el género cueca coexisten -con notorias fricciones-, a lo menos dos estilos, dos tradiciones, dos identidades. Una de ellas, desusadamente ausente en ese acto oficial, es ampliamente conocida y arraigada en el imaginario nacional como prototipo de la música típica chilena. La otra, insólitamente presente en un acto de esa naturaleza, ha sido ampliamente ignorada aunque sí está profundamente arraigada como expresión urbana popular del género, voz de los suburbios que cuando sube al escenario del poder -como en dicha ocasión-, pone en tensión el ‘tiempo de la nación’ y sus emblemas. El modelo de cueca que el citado comentario invoca como auténtica expresión de la música nacional es, en breve, un estilo paulatinamente decantado en el Santiago de las décadas siguientes a las celebraciones del centenario (1910). Por entonces fue una cueca con una apariencia renovada y modernizada, que cristalizó en los años 1930 como nuevo prototipo del género –cabalmente representado por el pionero conjunto Los Cuatros Huasos (1927-1957). Su masiva difusión -especialmente a través de emisiones de radio y la edición de discos- la proyectó en todo el territorio, consolidando su institucionalización y fuerte gravitación en el imaginario nacional. Desde la óptica de tal modelo, asociado a un gusto, a una estética hegemónica, el otro estilo quedó fuera de cuadro. En esta ocasión más que revisitar el discurso construido en torno a las auténticas expresiones y genuinos representantes de la llamada música nacional, me parece más oportuno preguntarse por aquellas tradiciones musicales que éste ha negado o marginado en la penumbra de la cultura nacional representativa. Desde ésta perspectiva es particularmente valiosa la experiencia de la cueca brava o chilenera, núcleo duro y puesta en acto de la identidad y memoria del arrabal chileno.
FOTOGRAFIA DE MARIO ROJAS
TEXTO MARIO ROJAS

1 comentario:

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